…y hacen Historia
Donald Trump pasará a la Historia. No hay duda de ello. No sabemos si por sus políticas, o por sus medidas gubernamentales -acaba de jurar un cargo que para muchos le viene grande-, pero seguro que por el levantamiento que se ha generado en su contra. Menos de 24 horas llevaba en el puesto el recién investido presidente de los Estados Unidos cuando en 58 países alrededor del globo se levantaban millones de mujeres y hombres en más de 600 marchas para protestar contra su presidencia. Más que contra su presidencia, contra la figura del magnate y contra el sistema que lo ha aupado a liderar la primera potencia mundial.
La marcha ha sido comparada con grandes eventos históricos como la que tuvo lugar de Selma a Montgomery en 1965
París, Londres, Berlín, Ámsterdam, Ginebra, Budapest, Tel Aviv, Barcelona, Madrid… así hasta cientos de ciudades, grandes capitales y pequeñas localidades, han sido testigos de las ’protestas satélite’ que buscaban apoyar a las miles de mujeres que se concentraron en la #WomensMarch de Washington DC, a escasos metros de la nueva casa del presidente Trump. Una marcha que ya ha sido comparada con grandes eventos históricos como la que tuvo lugar de Selma a Montgomery en 1965 o la marcha sobre Washington por el trabajo y la libertad que lideró Martin Luther King Jr. en 1963.
Los manifestantes quisieron, por una parte, criticar lo que consideran una agenda política racista, sexista y divisoria -la que llevó a Trump a la presidencia no sin un buen número de polémicas-, y por otra levantar la voz para declarar que la resistencia había comenzado.
La figura de la mujer como motor de cambio
La figura de la mujer ha sido fundamental en la Historia de la Humanidad, sobre todo en el último siglo. Desde las protestas de las sufragistas, que trajeron el derecho al sufragio universal en Europa y América, al movimiento de los derechos civiles en Estados Unidos -sin duda impulsado por la figura de Rosa Parks-, el motor del cambio ha llevado nombre de mujer. Y el feminismo no podía defraudar en una ocasión como esta: se ha investido al presidente estadounidense con la tasa de popularidad más baja de la Historia. Se ha investido a un hombre conocido por sus peroratas racistas, por sus ‘anécdotas’ sexistas -el grab ‘em by the pussy no se olvida-, por sus posicionamientos xenófobos y por su desprecio total a las minorías. Muchos temen que el viejo fantasma de la supremacía blanca -y heterosexual, y machista- haya vuelto, como una mala pesadilla, a las altas instancias gubernamentales en Estados Unidos.
El origen de la protesta
El día después de las elecciones de noviembre que resultaron con una ajustadísima victoria de Trump -que perdió el voto popular- sobre Hillary Clinton, la #WomensMarch comenzó a gestarse. El movimiento, que abogaba por la diversidad sin tapujos -incluyendo a todas las minorías raciales, religiosas, de identidad y de orientación sexual que caben en Estados Unidos-, comenzó a viralizarse en las redes. Muchas de las estrellas de influencia global que apoyaron la campaña de Hillary Clinton -como Robert De Niro, Scarlett Johanson o Madonna– no dudaron en subirse al carro de un evento que ya amenazaba con ser históricamente trascendental. La investidura de Trump parecía algo inevitable -como lo ha sido, al final el sistema gana y el que se llevó la mayoría de los votos electorales fue él-, pero no iba a ser una investidura fácil. No lo ha sido.
Tras recibir también el apoyo de Hillary Clinton, y de conseguir millones de seguidores en las redes, los organizadores de la #WomensMarch sabían que algo grande estaba por llegar. La fecha: el 21 de enero de 2017. El objetivo: dejarle claro al mundo que la nueva presidencia conllevaba una fuerte resistencia social.
Thanks for standing, speaking & marching for our values @womensmarch. Important as ever. I truly believe we’re always Stronger Together.
— Hillary Clinton (@HillaryClinton) 21 de enero de 2017
Un cambio de planes a última hora
Donald Trump ha comenzado su mandato con la mayor ‘contraceremonia’ que jamás haya tenido que afrontar un presidente entrante
Las horas previas a la marcha fueron fáciles. Tras la ceremonia de toma de posesión con menos público de la Historia reciente del país -apenas un cuarto de millón de personas-, Donald Trump comenzó su mandato con la mayor ‘contraceremonia’ que jamás haya tenido que afrontar un presidente entrante. Las protestas ya se multiplicaban a lo largo y ancho del país el propio día 20, como aperitivo de la gran marcha de Washington que tendría lugar tan sólo un día después. Decenas de personas fueron detenidas y muchos resultaron heridos en unas primeras horas de presidencia convulsas. “No es mi presidente” o “Trump ama el odio” fueron los eslóganes más repetidos en las calles de Estados Unidos en dos días muy intensos de protestas organizadas e improvisadas.
En el ‘día D’ no faltaron las provocaciones por parte del círculo más cercano del presidente Trump. Michael Flynn, el hijo del consejero de Seguridad Nacional de Trump, el ex general Mike Flynn tuiteó en relación a las mujeres del evento: «¿Qué MÁS queréis? Manicura y pedicura gratis?”. Por su lado, el senador republicano y ex contrincante de Trump en las primarias, Ted Cruz, aseguró que este evento ha sido pagado y organizado por George Soros “u otros”. No obstante, nada paró a las miles de personas que llevaban meses deseando gritar a los cuatro vientos que, para ellos, Trump no es su presidente. Tanto es así, que la gran afluencia provocó un cambio de planes a última hora.
What victory? Women already have equal rights, and YES equal pay in this country. What MORE do you want? Free mani/pedis? #WomensMarch https://t.co/t5UonJJZdj — Resilient Patriot (@mflynnJR) 21 de enero de 2017
En lugar de marchar desde el Capitolio hasta la Casa Blanca -como estaba planeado-, los manifestantes tuvieron que “conformarse” con una gigantesca concentración dado que toda la ruta estaba abarrotada de gente y era prácticamente imposible caminar por ella.
Y esta gran marcha, como muchas de las que han pasado a los anales, contó también su propio símbolo: los gorros rosas o pussy hats, como se les llama en inglés. Estos accesorios con orejas de gato coparon las protestas en Washington, se convirtieron en todo un emblema de las #WomensMarch, y responden a un curioso juego de palabras (pussycat significa gato o coño, según se mire). Además del símbolo, la marcha contó con sus propios iconos: Madonna, Scarlett Johanson, Alicia Keys y otras tantas personalidades del mundo del espectáculo se dejaron ver y oír en Washington.
El mundo está con Washington DC
Washington fue el centro de todas las miradas, el epicentro de la protesta. Pero más allá de las fronteras norteamericanas, millones de ciudadanos quisieron mostrar su solidaridad con los ciudadanos norteamericanos contarios a Trump. A fin de cuentas, quién ocupe la presidencia de la primera potencia mundial nos termina afectando, de una u otra manera, a todos.
Las grandes ciudades europeas se volcaron especialmente. Teniendo en cuenta el actual clima del Viejo Continente, entre el Brexit y el ascenso de las fuerzas políticas de extrema derecha, no es de extrañar. En Berlín, cientos de personas secundaron las manifestaciones. En la capital alemana los manifestantes se concentraron en la céntrica Plaza de París, en la que se encuentra la puerta de Brandenburgo, respondiendo al llamamiento de la rama del Partido Demócrata para los estadounidenses expatriados (Democrats Abroad).
Democrats Abroad lograron replicar estas protestas en otros lugares, como en Londres, donde con la ayuda de las organizaciones feministas británicas marcharon desde la plaza Grosvenor, pasando por la embajada de Estados Unidos, hasta Trafalgar Square, donde varias personalidades pudieron mostrar su apoyo al movimiento. Hasta allí se trasladaron, por ejemplo, el alcalde londinense, Sadiq Khan, o la cantante Lily Allen. Los organizadores calculan que la protesta concentró a entre 80.000 y 100.000 manifestantes.
En París, al menos 2.000 personas llegaron a las cercanías de la Torre Eiffel con pancartas en las que se podía leer “Libertad, igualdad, hermandad”, en referencia al lema nacional de Francia.
En cuanto a España, las dos grandes concentraciones tuvieron lugar en Madrid y Barcelona. En la capital, cientos de personas -la mayoría expatriados norteamericanos- marcharon desde la plaza de Ópera hasta la Puerta del Sol, mientras que en la ciudad condal unas 700 personas, según cifras de la guardia urbana, se echaron a las calles.
El presidente entrante no tardó en reaccionar en Twitter a las cientos de protestas que se multiplicaron a lo largo del fin de semana alrededor del planeta. «Vi las protestas, pero bajo la impresión de que acabamos de tener una elección. ¿Por qué esas personas no votaron? Las celebridades dañaron gravemente la causa”, ha asegurado el magnate.
Watched protests yesterday but was under the impression that we just had an election! Why didn’t these people vote? Celebs hurt cause badly.
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 22 de enero de 2017
La figura de Donald Trump es, cuanto menos, polémica. Para los activistas anti Trump es, además, peligrosa. Sus posicionamientos durante su campaña y su propia trayectoria pública y mediática hacen de él un personaje controvertido, un hombre que genera gran rechazo y que ahora ocupa el liderazgo del primer país del mundo. Su mandato acaba de echar a andar, y no lo ha hecho por las buenas. El mundo le ha gritado, como nunca antes a ningún otro principiante en estas lides, que su presidencia va a contar con una fuerte oposición. Los números hablan por sí solos: se calcula que 500.000 personas marcharon en Washington y más de 2,5 millones lo hicieron en el resto del mundo. La resistencia ha comenzado.